Esta es la historia de Daniel, un ángel que no era ascendido a ángel de la guarda porque era muy despistado. Le encargaron cuidar a unos polluelos y, al tratar de salvarlos, perdió un ala. Pero demostró que tenia todo lo que se necesitaba para ser un gran ángel custodio cuando le encargaron que cuidara a Blas.