En esta su primera novela, Virginia Stephen nos regala una mirada inteligente y divertida de la sociedad y sus costumbres; una delicada percepción- mordazmente aderezada- del carácter, discurso y comportamientos en las relaciones humanas. Cada uno de los personajes son poseedores de cierta singularidad únicamente dentro del entorno social en el que conviven. El relato transcurre en tonos claroscuros que no acercan al latido, en apariencia impalpable, de los deseos entretejidos que impulsan los destinos. La autora con su talento y su certera apreciación de la dimensión humana, nos conduce hacia su descubrimiento: el amor no es un don maravilloso. Con este relato, Woolf inicia su incansable y brillante búsqueda por encontrar nuevas fórmulas narrativas, de carácter vanguardista, lo cual la llevó a conseguir un estilo indiscutiblemente genuino.
Es un libro para saborear con muchas reflexiones sobre la muerte, el amor, la cultura, el matrimonio, el clasismo y los roles de género. Habla sobre un viaje en barco con muchos personajes, unos se van y otros vienen, pero siempre con una protagonista, Rachel, que ve la vida de otra forma, alguien diferente que no encaja en ningún sitio por su mentalidad tan avanzada para la época. Como siempre, la pluma de Virginia es exquisita, exige esfuerzo pero merece mucho la pena. Lo recomiendo
La vida observada desde la ironía y la pura contemplación, narrada con surrealismo y poesía, profundo analisis psicológico, trazos de pintor abstracto e hiperrealista. Una comunidad muy británica varada en una isla sudamericana donde la vida observada ironiza y contempla un momento poético y vanal. Abstracción, diálogos, reflexión.