PARÍS DESPERTABA TARDE

“París despertaba tarde” es una joyita literaria que me ha cautivado desde la primera página. La prosa de Máximo Huerta es como un suave susurro que te envuelve, transportándote a las calles empedradas de París. Es de esos libros que te dejan huella por la calidad de sus personajes y para mi gusto, supera con creces la calidad de las obras anteriores del autor. Me gustaría destacar algunas de las cosas que más he disfrutado: Por una parte, esa atmósfera evocadora en la que describe el París de los años 20, que me parece simplemente mágica. Cada página esta impregnada de la esencia de la ciudad, los cafés bohemios, las luces de Montmartre, las calles empedradas… verdaderamente sientes la vibración de la época. Por otra parte los personajes se sienten muy auténticos, sus alegrías, tristezas y luchas son palpables y he conectado con ellos de esa forma que raramente me ocurre en la lectura, sobre todo con Alice, la protagonista. Luego me ha encantado la exploración que hace del amor, tema central de la novela, el amor en todas sus formas, por la familia, por los amigos, por la pasión, por el trabajo, y sobre todo el amor romántico. Máximo Huerta explora la complejidad del corazón humano con un gran despliegue de realismo y sensibilidad, recordándonos que el amor es el regalo más precioso pero a la vez el más frágil. Y por último, quiero destacar ese estilo lírico que tiene toda la novela, la prosa es como una melodía suave que poco a poco se te cuela en el corazón, es una prosa sencilla pero a la vez elegante, con frases cuidadosamente construidas para crear esas imágenes tan vívidas y emocionantes. En cuanto al argumento siempre prefiero contar poco. Básicamente trata de Alice, un alma atormentada que danza entre la pasión y el desconsuelo, con un corazón roto que la impulsa a luchar por sus sueños, una verdadera heroína tan compleja como cautivadora que desde luego me ha hecho reflexionar sobre mis propias pasiones.

Si en este momento tuviese que recomendaros un buen libro, sería este.

Aunque pueda parecer que no, es sin duda la segunda parte de "Una tienda en París". Se puede leer independientemente, pero uno se pierde momentos únicos narrados en el primer libro, por lo que s i piensan leerlo, es conveniente leer antes "Una tienda en París". Este, en mi opinión, es bastante flojo, hay momentos entretenidos pero otros me han aburrido. Pero lo mejor de este autor, es lo bonito que escribe. Me gustaría destacar el capítulo de los nenúfares, precioso. Todo lo arregla un buen final, por eso me llevo buenas sensaciones, aunque me reitero en mi opinión y en el dicho de que "segundas partes, nunca fueron buenas".

Necesité un tiempo para ubicarme. Esas cartas sin respuesta intercaladas con otros capítulos hacían que no acabara de entender su objetivo. Tampoco lo hizo el hecho de conocer que había una información debajo de la manga, detonante de la trama, y que iba a mantenerse así hasta más adelante. Pero a vísperas de las olimpiadas, me sumergí en sus páginas, atrapado en su prosa y me dejé llevar. Uno respira el ambiente y descubre datos muy interesantes de la época y de los hechos vividos ahí. Es curioso como el hecho de percibir los personajes de una determinada manera puedan afectar de manera directa al sabor que nos puedan dejar sus acciones.